Los Pumas y un aprendizaje eterno
Una vez finalizada la participacion de los Pumas en el Rugby Championship, Sebastián Perasso, realiza algunas reflexiones más serenas sobre el desempeño de la selección nacional de rugby.
Algunas semanas atrás culminó la segunda participación de Los Pumas en Rugby Championship. Ya más sereno para el análisis y menos pasional, es oportuno dejar algunas reflexiones sobre la actuación argentina. El desempeño de Los Pumas tuvo dos caras muy distintas. Al comienzo y al final del torneo Los Pumas se alejaron de su libreto histórico y fueron un equipo endeble y desconocido.
En el medio de la competencia, lo más importante fue que Los Pumas volvieron ser Pumas. Y dentro de ese contexto, cuando derrochan coraje y entrega, cuando ventilan orgullo y nos movilizan, logran generar el respeto de todo el mundo del rugby. Con esa locura para defender que solo Los Pumas tienen, recompusieron sus fortalezas históricas y construyeron actuaciones positivas.
Siempre es bueno acercarse a la esencia y reconstruir su propia identidad.
En un rugby en continua evolución es lógico que el conjunto argentino quiera incorporar cosas a su juego. Sin embargo, siempre debemos tener en claro nuestras propias raíces.
En algunos pasajes del torneo, posiblemente “las banderas” del rugby argentino hayan sido descuidadas. Surge entonces la imperiosa necesidad de restablecer las fortalezas perdidas.
Para aquellos impacientes de logros deportivos siempre es valioso repasar el pasado porque indudablemente para saber “quienes somos” debemos saber “de donde venimos”.
En ese sentido, nuestros Pumas tienen una larga historia detrás. Una historia plagada de dificultades y contrariedades a cada paso.
En el Rugby Argentino cada logro ha costado mucho, ha sido fruto de grandes dosis de fanatismo, tiempo y esfuerzo. Y el Rugby Championship no será la excepción.
Los Pumas debieron esperar 26 años para ganar su primer encuentro internacional. Fue el 20 de Septiembre de 1936 frente a Chile por 29 a 0.
Todo les costó una enormidad. A modo de ejemplo solo lograron marcar 9 tantos en sus primeros 8 encuentros, lo que muestra a las claras que al comienzo contaban con un poder ofensivo raquítico.
Debieron pasar más de cuatro décadas para que recién el 24 de Agosto de 1952 no se fuera derrotada por un visitante extranjero en el un test match. Fue en el empate frente a Irlanda en tres tantos.
Pasaron más de 60 años desde su debut para que el equipo argentino lograra su primera victoria en una serie internacional. (8 a 3 y 6 a 3 frente a Irlanda) y casi 70 años para que obtengan su primera victoria como visitante ante un seleccionado extranjero.
Fue en 1979 al derrotar a Australia por 18 a 3 en Brisbane…
Es momento de reflexionar y sobre todo de conservar la paciencia. Como vemos, nada se ha conseguido de manera sencilla y sin esfuerzo.
Desde 1910 hasta la fecha han disputado 393 partidos contra seleccionados internacionales.
Han ganado, empatado y perdido muchas veces; han conseguido victorias épicas y también derrotas abultadas. No obstante, siempre izaron las banderas del tackle y el scrum como estandarte.
Ese ADN no surge de manera casual, sino como consecuencia del marco histórico en el que creció el rugby argentino.
Lo he mencionado en alguna oportunidad pero vale refrescarlo. Ante la dificultad de prevalecer ante los grandes equipos, Los Pumas debieron apelar a sus propias armas. Los contrarios lo superaban en destrezas y en potencia física, por lo que el conjunto argentino debió recurrir a un scrum dominante y a un tackle fulminante para detener tanta superioridad. De allí que esas fortalezas de nuestro rugby son innegociables.
Por otra parte una obviedad. Resulta una utopía que el equipo argentino pretenda prevalecer sino se hace fuerte en la defensa y en el juego agrupado.
El equipo argentino tiene una “nave insignia” que lo identifica, una “bandera” que sirve de sustento y orgullo propio y de preocupación ajena. La defensa y el scrum son nuestras armas. Allí están nuestras fortalezas. Allí surge el deber de preservarlas.
Por último, una reflexión que nos acerca a nuestra identidad. Si Los Pumas fueron invitados a disputar el Rugby Championship no fue por sus destrezas ni por su juego dinámico, sino porque su característico juego batallador podía poner en aprietos a cualquiera, incluso tratándose de los tres mejores equipos del mundo.
La competencia siempre necesita enriquecerse de la bravura de Los Pumas. Ése es el valor agregado que el torneo necesita.
Decía Diego Pacheco que “la vida es un aprendizaje eterno y de todo hay que tomar apuntes”. Capitalizar una experiencia dolorosa es el desafío. Los Pumas tienen la determinación y el coraje para no claudicar. La revancha esta asegurada.
Por Sebastián Perasso para Norte Rugby.
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