La autoconfianza
En esta oportunidad Sebastián Perasso habla sobre la importancia que tiene el aspecto mental en la preparación para un partido y como llevar esa autoconfianza durante los ochenta minutos.
La autoconfianza es la seguridad y convicción que tiene el jugador de ser capaz de resolver los problemas que presenta el juego.
Cuando un jugador tiene confianza no lo afecta la presión y disfruta de los desafíos.
Un jugador confiado es más positivo, más agresivo y atrevido. En definitiva un jugador con confianza es un competidor distinto.
Un jugador que se siente considerado y valorado es sin lugar a dudas un mejor jugador de rugby, con el aditamento de que su entusiasmo y predisposición al juego creará un círculo virtuoso donde su confianza y motivación redundará en beneficio de sus compañeros y en definitiva el principal beneficiario será el equipo.
Ahora bien, un jugador que se siente desplazado, poco considerado y olvidado baja notablemente su confianza y consecuentemente su rendimiento deportivo decae. Por ello, es importante la tarea de los entrenadores en ese sentido.
Un jugador que no tiene confianza cualquier desafío, por pequeño que sea, le resultará lejos de su alcance.
La perdida de confianza puede ocasionarse por múltiples motivos pero por lo general los problemas físicos o el escaso apoyo o consideración de sus entrenadores son muchas veces determinantes.
Un jugador puede presentar confianza baja o exceso de confianza.
Cualquiera de los dos extremos son perjudiciales o contraproducentes.
Aquel jugador que tiene falta de confianza centrará más su atención en sus puntos débiles que en sus habilidades.
Asimismo, el exceso de confianza de un jugador provoca una falsa seguridad de sí mismo. Como consecuencia el rendimiento disminuye, porque cree que no debe esforzarse para mejorar.
Esto lleva a sobrestimarnos y no prepararnos bien de cara a una competición.
Por otra parte, son grandes enemigos de la confianza, la duda y el temor al fracaso.
El entrenador debe trabajar en hechos que le den confianza al jugador como por ejemplo:
• hacer buenos entrenamientos.
• tener una buena preparación física.
• practicar la visualización mental del éxito.
• tener pensamientos positivos.
• lograr metas u objetivos.
• recibir elogios de personas influyentes (entrenadores, compañeros)
Los tics y cábalas constituyen mecanismos de defensa que los jugadores utilizan con frecuencia frente a situaciones de presión.
Para vencer el estrés, los deportistas desarrollan instintivamente una serie de tics o de rituales.
Estas pequeñas manías permiten tranquilizar al jugador y darle confianza.
Por ello, las cábalas son siempre bienvenidas porque permiten al jugador ganar en confianza y despojarse de sensaciones de temor e inseguridad.
Así, cambiarse en el mismo lugar del vestuario o jugar con la misma camiseta son rituales muy usuales que contribuyen a creer en sí mismos.
Pierre Berbizier por ejemplo, siempre se ponía su ropa en el mismo orden, de abajo hacia arriba antes de cada encuentro.
A veces, los rituales son colectivos: una mascota, ir a comer a un determinado lugar, etcétera.
En el tenis, por ejemplo, hacer picar la pelota varias veces o arreglar el encordado son tics que sirven para no exteriorizar lo que sienten y permanecer concentrados.
Sin dudas que para llegar al más alto nivel el deportista debe tener confianza en sí mismo e intentar abstraerse de las presiones externas o internas que pueden llevarle a dudar de sí mismo. De lo contrario, se arriesga a sentirse estresado o angustiado.
por Sebastián Perasso - Rugby Didáctico.
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