El camino del éxito por Sebastián Perasso
En su columna semanal de Norte Rugby, Sebastián Perasso, analiza el "Camino del Éxito".
En una sociedad tan exitista como la nuestra, que persigue la victoria como único motor de cada actividad deportiva que se emprende resulta difícil apartarse de esa mecánica perversa.
No hay dudas de que estamos inmersos en una sociedad muy particular, donde se venera el simple hecho de ganar, muchas veces sin atender los modos o formas de conseguirlo.
Una comunidad que persigue el éxito fácil y rehúye del camino más engorroso vislumbra un panorama difícil y un desafío mayúsculo por delante.
Frente a ese panorama, resulta difícil alejarse de esa mecánica de justificar todo en pos de lograr una victoria. Veneramos el triunfo efímero y alimentamos la victoria sin atender las formas.
Como entrenadores, debemos aspirar a moldear deportistas exitosos, es decir jugadores que apunten a conseguir el verdadero éxito. Pero, ¿Cuál es el verdadero éxito en el deporte? ¿Dónde reside el éxito duradero?
En este punto existe a mi juicio una gran confusión. Ella radica en emparentar y poco menos que confundir el éxito deportivo con la victoria o el triunfo. No obstante tal presunción, ambos conceptos son dos caras bien distintas.
Como en la vida misma el éxito deportivo no pasa por algún triunfo o una victoria sino por ser el mejor que uno pueda ser. Ese es el desafío de aquel que busca tener éxito.
Si buscamos la mejor versión de nosotros mismos y para ello nos preparamos debidamente y realizamos el mayor esfuerzo a nuestro alcance, entonces el éxito transitará junto a nosotros, sin importar las ocasionales victorias o derrotas que nos depare el destino.
Para ser rigurosos, en el campo deportivo el éxito no está dado necesariamente por las victorias o derrotas, sino que está relacionado con el cumplimiento de los objetivos o metas que cada uno se plantea.
Dentro de esos parámetros, el entrenador emparentado con el éxito es aquel que ha cumplido sus metas u objetivos.
A su vez, para convertirse en un entrenador eficaz y exitoso, hay que centrarse en el proceso y no en los resultados, pues éstos últimos son solo una mera consecuencia de lo anterior.
Los entrenadores deben aspirar a la búsqueda del éxito, que no es otro que el cumplimiento integral de nuestros objetivos.
En primer término, el éxito descansa en la posibilidad de formar buenas personas que además sean grandes jugadores de rugby (y no viceversa).
El éxito reside en ir en buscar de las formas, someterse a reglas y pautas preestablecidas y en respetar y respetarse.
El éxito implica entender que el triunfo no debe buscarse como objetivo central del juego, sino como una natural consecuencia del disfrute y desarrollo que experimentan los jugadores.
Como educadores, debemos aspirar a formar deportistas exitosos y no jugadores exitistas. He aquí el meollo de la cuestión.
El exitista es un trasgresor, porque sus fines no reconocen límites ni fronteras en la ley, en el reglamento ni en el respeto a los demás. El exitista es aquel que necesita del éxito (por mas efímero que sea) para sentirse importante. El entrenador exitista vulnerará reglas preestablecidas con tal de alcanzar la victoria.
El coach exitista está obsesionado por el corto plazo, por alcanzar triunfos inmediatos a cualquier precio. No tiene la lucidez ni el coraje de mirar el horizonte más lejano. Solo le importa el aquí y el ahora.
Este habitáculo está representado por muchos entrenadores que solo les interesa el envoltorio, pero no el contenido que acompaña a una victoria. Una victoria sin honra, impostada; un triunfo vacío, hueco, raquítico, desprovisto de nobleza y envuelto en una espesa niebla. Aquí, lo verdaderamente importante queda a un costado y abandonado.
Estos entrenadores nunca indagaran en el contenido de la victoria ni se recostaran a analizar las formas. Ellos alimentan la vorágine de ganar a cualquier precio y de cualquier manera.
El exitista, se contenta con obtener resultados inmediatos de cualquier forma para tapar su inseguridad, para lograr el reconocimiento del Otro. Por ello, no soluciona sus problemas sino que los dilata o elude sus consecuencias. Nunca soluciona la cuestión de fondo.
Otra arista de su personalidad es que el exitista no reconoce culpas, siempre la culpa la tiene el otro. Así, el responsable de la derrota siempre será el referee, las circunstancias del juego o cualquier otra excusa.
Frente a este escenario, los entrenadores no son responsables de sus actuaciones ni las del equipo sino meras víctimas de las circunstancias.
Desde este lugar, creemos y sostenemos que la furiosa pasión por la victoria jamás debe anular el espíritu del rugby, traducido en caballerosidad y sobre todo lealtad hacia el juego.
En contraposición a ese estilo y a esa búsqueda desenfrenada de victorias huecas, existe otra perspectiva para ir en buscar del éxito.
El entrenador exitoso es aquel que trabaja buscando el éxito duradero. Tiene una mirada mucho más sabia, más profunda y comprometida. Sabe ciertamente que una victoria es el resultado de una sumatoria de cuestiones de la cual muchas veces no tenemos el control.
El coach exitoso diagrama y planifica para el largo plazo, tiene una mirada más profunda y menos contaminada de la realidad. Así, analiza las cosas en perspectiva, es más reflexivo y menos pasional. Sabe que más importante que el triunfo son los modos para llegar hacia él. De lo contrario, cada victoria estaría construida sobre un castillo de naipes; cada triunfo tendría la fortaleza de un gigante con los pies de barro.
Alguien dijo alguna vez que el entrenador exitista lleva consigo varios relojes con cronómetro, porque está pendiente y hasta obsesionado con resultados inmediatos en el corto plazo. Por el contrario, el coach exitoso transita su función desprovisto de relojes; solo lleva consigo un calendario que le permita planificar a largo plazo. En efecto, aquel que busca el éxito efímero estará mirando su reloj a cada instante, buscando que una victoria lo redima y enaltezca delante de los demás. En contraposición, aquel que persigue el éxito duradero, sabe que más allá de triunfos o derrotas, los jugadores pueden llevarse consigo innumerables herramientas para la vida. Aquí, en esta cuestión, reside lo verdaderamente importante.
Si como entrenadores logramos empaparlos de principios y valores, ello resultara mucho más provechoso y gratificante que transmitir simples conocimientos que hacen específicamente al juego.
Decía Miguel “Negro” Iglesias que el rugby es un juego fenomenal pero que si no era correctamente transmitido no trasciende en sus bondades tanto formativas como deportivas. Por ello, está en cada uno de nosotros precisar y delinear correctamente el sendero por donde poder transitar.
Si como formadores de opinión logramos indicarles verdaderamente el rumbo, el rugby estará exultante y en condiciones ser una formidable herramienta de soporte y ayuda a las personas y ciudadanos.
Los invito a quitarse los relojes y a despojarse del nerviosismo de la inmediatez, porque si transitamos el juego de acuerdo con sus bondades, el verdadero éxito tarde o temprano se depositará entre cada uno de nosotros…
Por Sebastián E. Perasso para Norte Rugby.
La Columna de "Cheba" Perasso en Norte Rugby:
- Ladrones de alegrías - La lección de jaguares.
- Salta, un escenario ideal.
- Capitalizar la experiencia.
- Los aspectos técnicos del mauling.
- La autodisciplina y el autocontrol.
- Los secretos de Huirapuca.
* Sebastian Perasso nació en Capital Federal, el 4 de Diciembre de 1969. De profesión escribano y escritor. Se desempeñó como jugador y entrenador en el San Isidro Club.
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