“Seba” Ponce se dio el gusto de despedirse en su cancha y ante su gente
La última página, supuestamente, ya estaba escrita: Sebastián Ponce había cerrado su larga trayectoria como jugador de Tucumán Rugby hace un par de semanas, en Virrey del Pino, frente a Belgrano Athletic. Así, con una derrota que implicaba el fin de una ilusión y lejos de la casa que desde pequeño le enseñó los valores del rugby. No parecía la despedida apropiada para un capitán, un referente y, sobre todo, un amigo. Por eso, los entrenadores lo convencieron de ponerse la “verdinegra” una vez más. Y así, “Seba” se despidió contra Cardenales, por el Regional, ante su gente y con una victoria.
“No esperaba jugar ese último partido. De hecho, me había acostado tarde la noche anterior por el casamiento de mi hermana, pero los entrenadores me convencieron de que estuviera en el banco”, se sincera Sebastián ya desde Mendoza, adonde se mudó por cuestiones laborales.
El domingo, a los 26 minutos del segundo tiempo, reemplazó al wing Federico García, en lo que fue su último ingreso oficial en el club. “El partido estaba medio trabado en ese momento y no pude tocar tanto la pelota, pero lo bueno es que pude despedirme en la cancha del club, con mi gente y mis compañeros. Con ellos me quedé al tercer tiempo y me hicieron una despedida tremenda. Eso es lo que me llevo: el afecto de muchas personas. Lo que viví el domingo fue una de las cosas más lindas que me dio el rugby. El reconocimiento, sobre todo el de tus compañeros, vale más que cualquier campeonato. Se los agradezco de todo corazón”, devuelve Sebastián, que dejó la cancha entre abrazos y aplausos.
» Satisfacción en la valija
Lo paradójico de las despedidas es que el cariño se amontona y hace todavía más difícil el trance. “Lo que más voy a extrañar son mis amigos. Desde hace muchos años, todos los fines de semana los paso en el club. Me tocó formar parte de varios planteles y tener muchos amigos. Pero bueno, son decisiones de vida y ahora solo tengo que pensar en ir para adelante”, se resigna.
De todas maneras, en la valija se llevó la satisfacción de haber dejado a un Tucumán Rugby campeón luego de una espera de nueve años. Fue un paréntesis demasiado largo para un club acostumbrado a ganar y para un Sebastián que llevaba extrañando esa sensación desde 2006, cuando conquistó por primera vez la corona regional. “Esa final y la del año pasado están entre las primeras imágenes que se me vienen a la mente cuando hago un repaso de mi carrera. También los primeros partidos que jugué en la Primera del club, y la final del Nacional 2007, que fue un torneo muy lindo, más allá de que no pudimos ganarlo. Y la despedida del domingo, claro”, resume “Seba”, en cuyo currículum también figura haber jugado en los “Naranjas”, en los “Naranjitas”, en Los Pumitas, en Argentina 7 y un partido con Los Pumas en el Sudamericano 2007, contra Chile.
» Falta ver lo mejor
Si hubo algo que suavizó la aspereza del adiós es la tranquilidad de saber que lo que deja atrás es un equipo encaminado, que tiene armas de sobra para defender el trono de la región y aspirar a expandir sus fronteras.
“Lo del año pasado fue algo hermoso, pero el club no se tiene que quedar con eso. Tiene todo para seguir cosechando: jugadores, entrenadores y dirigentes. Hay buenas intenciones, buenas ideas y espacio para discutirlas -afirma-. Me duele un poco irme de algo tan lindo, pero en cierto modo tampoco es que me voy, porque seguiré siendo parte de esta familia donde sea que esté”.
“El equipo sigue siendo joven, pero tiene una idea clara de juego y todos creen en ella. Si después sale o no, ya es otra cuestión, pero la convicción está, y eso es fundamental. Por la calidad y juventud de los jugadores que tiene, este equipo no ha alcanzado su techo todavía -sostiene Ponce-. El partido contra Hindú es un buen ejemplo: el primer tiempo se jugó mal y en el segundo se mostró un nivel con el que podríamos ganarle a cualquiera”.
Por último, deja en claro que el adiós es al club, pero no necesariamente al rugby: “tengo ganas de seguir jugando, pero no lo definí todavía. Un amigo de acá me invitó a Marista, pero le dije que no, porque primero quiero acomodarme. Sólo cuando esté en condiciones volveré a entrenarme, porque quiero hacerlo con la seriedad que se merece”.
Fuente: La Gaceta.
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