Desde hace tiempo se viene destacando a nivel nacional la importancia del torneo Regional del Norte que se venía jugando. Se lo señaló como el segundo más importante y competitivo del país (después de la URBA). Se lo señalaba como el ejemplo a seguir por todas las regiones del país. En ese período Tucumán volvió a los primeros planos del rugby nacional, Salió campeón argentino en mayores, M-17 y M-18. Está siempre disputando los puestos de vanguardia. Además, catapultó, sin desmerecer esfuerzos y méritos personales, a entrenadores de nivel internacional; el “Huevo” Hourcade en Los Pumas y Urdaneta en Los Pumitas. Hay seis tucumanos en Los Pampas, y siempre se está teniendo en cuenta a los tucumanos para integrar Los Pumas y seleccionados juveniles.
Dicho todo esto, no se entienden las razones que alinean a algunos allegados al rugby a desarmar el regional que se venía jugando (siendo tan aplaudido). La dirigencia del rugby tucumano parece querer activar una bomba de autodestrucción; ya que luego de tantos logros y sacrificios se llegó de nuevo hasta la cima y, hoy con las medidas que están tomando parece que quieren tirar por la borda todo lo hecho.

El primer paso grave, a mi modo de entender, que hicieron para comenzar a destruir el rugby de la región -en especial de Tucumán-, fue la decisión de no programar un campeonato de menores de 21 o 23 años. Hecho que provocó la fuga de muchos rugbystas a otros deportes y simplemente los alentó a que dejaran este deporte tan honorable y de caballeros. Esto es un secreto a voces que corre por todos los clubes, y aquellos que se opusieron a estos campeonatos, con terquedad absoluta y obtusa, siguen manifestando que la deserción de jugadores comprendidos en esas edades no obedeció a la falta de competencia, sino que tozudamente le echan la culpa al regional. Ese modo de ver raya lo ridículo.
Luego aparecieron la toma de decisiones de manera unilateral sobre el formato del campeonato regional, dando a entender algunas cuestiones en las reuniones de presidentes de los clubes que participaban en el regional (y que se venpían realizando desde hace dos años), pero sin clarificar la real postura de cada club -con contadas excepciones, para que luego de una reunión realizada un día viernes o sábado -no recuerdo bien el día, al lunes siguiente presentaran una nota pidiendo el cambio de formato del campeonato regional. La palabra de honor y de caballero del rugby se había manchado.

Hablando en particular de dicha nota, se comenzaron a cruzar distintas versiones a título de conventillo, diciendo que firmaron, que no firmaron, que firmaron de buena fe pero que no leyeron, y muchísimos más dimes y diretes. Pero lo cierto de esa nota es que uno de los firmantes, el entonces presidente de Cardenales, no podía hacerlo, por cuanto pesaba sobre el mismo una sanción de suspensión por dos meses, impuesta por el mismo Consejo de la URT que trató la nota.
Otra cuestión que invalida dicha nota, es que la misma, para que sea válida, debía ir refrendada por los secretarios de cada club firmante. Cualquier cosa que se diga al respecto, carece de objetividad, puesto que para representar a los clubes, es condición sine quan non que la nota sea refrendada por el secretario del club, conforme estatutos de la propia URT. Todo eso no se hizo. Y creo que debido a la premura de conjugar lo más rápido posible sin dar tiempo a reacción, una traición a las otras uniones que integran el regional.
Por otro lado, que se diga que este es un campeonato tucumano con invitados, carece de reelevancia, puesto que la UAR lo aprueba y manda fondos, entendiendo que es un regional.

De lo expuesto y de otras vivencias que palpo dentro del rugby tucumano, saco la conclusión que, desde la impotencia desarrollada en pocos clubes, en los cuales la dirigencia, simpatizantes, socios y allegados, cada vez son menos y están muy diferenciados -para no decir enemistados o peleados- entre todos ellos; es la verdadera fuente del problema, y no el regional. Esa atmósfera descripta se traslada a lo deportivo, obteniendo esos clubes un nivel de juego no deseado y lejos de otras épocas gloriosas y distante del rugby de la región en general, y del resto del rugby tucumano en particular.
Esas peleas o discordancias internas -propias de los que la sufren hoy- no son reconocidas en su origen y entidad como tales, achacando el malestar a ajenos en vez de propios. Que el regional, que los viajes a Salta, a Santiago, que no le vimos este año la cara a tal club, Y de repente, se publica en el boletín del 05/02/2014 de la URT un campeonato “Top 14” compuesto de dos zonas de siete equipos, dando la posibilidad de algunos clubes sigan “sin mirarse la cara”.

No reconocer los propios errores y problemas, y como dije, achacarle la problemática a otros, es de una mediocridad tal, que ha envenenado de tal manera el rugby tucumano, y por ende de la región, yendo por unos va y vienes sin sentido y razón válida.
Toda la energía puesta para echar la culpa a “otros” y arrastrar al rugby de la Región hasta una posible fractura o ruptura, no solamente en lo que se refiere al segundo mejor campeonato de la Argentina, sino a todos los logros que se están consiguiendo como consecuencia de la buena y sana competencia que se venía dando.
El campeonato regional que venía disputándose no es culpable y tampoco evitará que en otras oportunidades, a un grupo de jugadores se les ocurra no subirse a un ómnibus y hacer quedar mal a la región, y todo ello por problemas internos; y no porque no le vean la cara a otro club, o porque hayan viajado a Salta o Santiago. O en otro caso, que el capricho de un señor que maneja cierto gran poder en la provincia, arrastre a otro club a mirar y sentir que los problemas vienen de afuera cuando realmente los tienen enraizados puertas adentro. Y lo más triste de esto, es que el arrastró al resto del rugby de Tucumán a destruir lo que se viene construyendo, aduciendo que el rugby de Tucumán está en crisis; y dicha crisis no se ve, no se nota; en realidad no existe. Lo que realmente se trasluce son logros que colocaron al rugby tucumano en el primer nivel, eso por un lado. Y por otro, es la impotencia de un par de clubes que no miran su interior para buscar culpables donde no los hay, o sea, lo buscan afuera.

Así, por la terquedad, la necedad, o vaya a saberse que otrros intereses están en juego, el campeonato regional que se venía jugando y que provoco un entrenador tucumano en Los Pumas y otro en Los Pumitas, los títulos Argentino en Seniors, M-18 y M-17, una gran cantidad de jugadores tucumanos en los distintos seleccionados nacionales puede dejar de existir como tal, dejando atrás toda una etapa de sacrificios que se vieron plasmados en los logros señalados.
Espero que el pedido de llamado a una Asamblea Extraordidanaria en la URT sea resuelto favorablemente, y que el espíritu del rugby prevalezca en la misma e ilumine a la dirigencia del rugby de Tucumán para ver donde está el verdadero problema; y el mejor segundo mejor campeonato argentino de clubes siga hacia adelante, convocando más.