El detrás de escena de Los Pumas ¿qué trajeron al Mundial?
Desde diferentes puntos llegaron a Nueva Zelanda bultos con 450 kilos de ropa, 800 entre vitaminas e indumentaria extra y 600 de equipamiento; en cada práctica, hay dos litros de agua por jugador y 80 kilos de hielo para los baños helados.
Jorge se levanta a las 7 de la mañana y, a las 8.30, es el primer hombre con ropa de los Pumas que baja al lobby del hotel Amora, el búnker del seleccionado en esta ciudad. Jorge no es jugador y tampoco forma parte del Staff técnico. Jorge, de apellido Ruarte, es el utilero de la delegación y, mientras los rugbiers se desperezan, él ya comienza a armar todo para que, cuando pasadas las 10 el plantel inicia el entrenamiento, nada quede librado al azar. Es el hombre encargado de la puesta en escena de los Pumas, de dejar listo el escenario para que los actores empiecen la función.
Ruarte lleva las bebidas, los suplementos vitamínicos, pelotas, conos, máquinas, ropa, hielo para los baños helados que se dan los jugadores. Todo. Son las 9 de la mañana cuando la combi que brinda la organización parte rumbo al Newtown Park, el centro de entrenamiento donde los Pumas se preparan en Wellington para el decisivo partido del domingo ante Escocia. Tras arribar, en media hora, todo queda bien ordenado. Hay una mesa en el centro de la cancha, con 30 números como si fueran casilleros, y una botella de agua mineral, más un suplemento para cada jugador. Las 20 pelotas están dispuestas, mientras los tachos de hielo empiezan a llenarse. A su vez, Mariano Fernández y el neocelandés Simon Fathers, los preparados físicos, ordenan los conos y los elementos para los primeros movimientos físicos. A la hora indicada, todo está impecable. "Es muy importante que esté todo limpio, yo reto a los jugadores cuando tiran las cosas en cualquier lado", dice Jorge.
La logística Puma es grande. A Nueva Zelanda, la empresa de envíos DHL, que es sponsor del Mundial, mandó desde Buenos Aires 20 bultos de vitaminas y ropa extra, que pesaban 800 kilos. Luego, en el avión de Qantas que trajo a los Pumas a la Copa del Mundo, se cargaron 600 kilos de equipamiento físico. A Dunedin, primer lugar de concentración del plantel y sede de la ajustada derrota ante Inglaterra, arribaron desde China cinco pares de ropa por 450 kilos. La indumentaria es para las 46 personas de la delegación que están aquí (30 jugadores y 16 miembors del Staff) y está calculada hasta la final del 23 de octubre. Luego, la organización del torneo le da a cada selección una cantidad de equipamiento, en el cual hay 30 pelotas oficiales, entre otras cosas, que debe trasladarse entre sede y sede.
Para un entrenamiento, Jorge Ruarte lleva aproximadamente dos litros de agua por jugador, más las vitaminas y suplementos, 20 pelotas, las máquinas para scrum, ropa de repuesto para cada jugador, 80 kilos de hielo para los baños (se ponen 30 por tacho, con agua a 8 grados de temperatura), más cintas, tapones y saltadores. Para Ruarte, es su segunda experiencia en un Mundial, luego de haber trabajado en la misma función en Francia 2007. De allí, trae algunas cábalas: decidió estampar, como en la experiencia del tercer puesto, los números de cada jugador en los shorts y se trajo una heladera con ruedas, que según él es especial, tras utilizarla hace cuatro años y también en Sudáfrica, cuando los Pampas XV lograron la Vodacom Cup y él también formaba parte de la delegación. Hasta le puso nombre: Arturito.
Otra de las tareas de Ruarte es la de conseguir el estampado de los números de las camisetas en cada ciudad a la que van los Pumas en este Mundial. Es obligación tener listos dos juegos para cada uno. Apenas Santiago Phelan da el equipo, él manda a colocar los números de acuerdo al talle de cada jugador. Por ejemplo, los backs usan todos large, salvo Felipe Contepomi, que utiliza XL. Previo al partido con Rumania del sábado último, hubo un problema de tamaños. Julio Farías Cabello, que usa XXL, no pudo jugar finalmente por una lesión muscular y por él con la N°6 entró Campos, que utiliza XL. A menos de 24 horas del partido, hubo que salir a buscar un estampador por Invercargill. "Me puse a llamar y terminamos el mismo sábado del partido, a las 8 de la mañana, en una casa de familia, que en el fondo la señora tenía una estampadora para que le podamos hacer la camiseta a Campos", se ríe Ruarte, un hombre calve en la puesta en escena de los Pumas y un personaje colorido de la delegación.
» Fuente: Pablo Hacker - canchallena.com
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