El último adiós al gran maestro del rugby

martes, 8 de septiembre de 2009 Dejá un comentario

Despidieron a Carlos de la Serna, quien formó a generaciones de jugadores.

"A mí no me gustan los homenajes, pero los tengo que aceptar. El mejor premio ya lo tengo, que es haber cosechado una gran cantidad de amigos en todo el país". La frase le pertenece a Carlos de la Serna y la dijo en agosto de 2003, cuando fue nombrado socio honorario por los clubes Natación y Tucumán Rugby, los pioneros del deporte de la ovalada en la provincia. Era el justo reconocimiento a un hombre que le había dado mucho al rugby, desde todos los estamentos. Primero como jugador, luego como entrenador y maestro, y finalmente como un cabal dirigente, en su club o en la Unión.

Carlos de la Serna, o simplemente "El Cuchi", como era conocido en el ambiente, falleció el domingo a los 78 años y fue sepultado ayer. "Se fue un grande", dijo alguien. "Muchas gracias por lo que hizo por mí, por el club y por todo el rugby de Tucumán", expresó a modo de despedida Carlos "Chorota" Del Llano, uno de los tantos jugadores que formaron parte de sus equipos. "Todo lo que se diga de Carlos resultará poco. Fue uno de los grandes que tuvo nuestro rugby, por el que trabajó con gran esfuerzo y con mucha generosidad", resaltó Julio Paz, quien fue capitán durante muchos años del seleccionado tucumano dirigido por De la Serna.

El "Cuchi" fue uno de los primeros jugadores de Natación y Gimnasia (se creó en 1941 y él se sumó en 1945), junto a Juan Luis Aráoz y otros valores que trabajaron para el crecimiento de la institución decana. También fue entrenador y presidente del club de los "blancos". Sus conocimientos y preparación lo llevaron a dirigir la selección del norte (desde 1955 a 1970), y en la década del 60, la de provincias del interior, junto a los técnicos de Los Pumas, Angel Guastella y Alberto Camardón, el cordobés Buena y el rosarino Bordabhere.

Como dirigente de la URT fue vocal del Consejo Directivo, presidente de la Comisión de Disciplina y fundador de la Asociación de Arbitros. Fue también hombre de consulta permanente de los distintos clubes y también del periodismo, en especial el televisivo, que lo contaba como panelista en cada transmisión. Fue un hombre de rugby, que supo transmitir los valores y el espíritu del deporte.
Fue el maestro de varias generaciones, aunque ese título no le gustaba. "Siempre me consideré un maestro ciruela", solía decir con una sonrisa. Así se lo recordará.

Punto de vista
Tenía una gran generosidad
Por Julio Paz - Fue capitán del seleccionado dirigido por De la Serna durante varios años

El rugby de Tucumán tiene una deuda con Carlos de la Serna, un gran baluarte de nuestro deporte y el responsable de ponerlo en el primer plano nacional. Dirigió los equipos cuando perdimos contra Buenos Aires por 10-9 en el 59 y por 6-5 al año siguiente. Fue una persona muy generosa, eso le permitió difundir sus conocimiento en los demás clubes. Esa generosidad hizo que entrene a Tucumán Rugby cuando fuimos a jugar a Buenos Aires con Belgrano. Fue protagonista de ese triunfo (26-11) y disfrutó cuando volvimos en tren y recibimos el afecto del público. Tenía un gran respeto por la gente, le importaba el jugador pero más la formación del hombre. Era una persona de una gran ética, uno de los principales valores de nuestro deporte. Fue un hombre con una calidad humana increíble. Nos dejó muchas enseñanzas. Todo lo que se diga será poco.

Punto de vista
Le decíamos el Padre Serna
Por José Taboada - Discípulo de De la Serna, fue luego presidente de la URT y vice de la UAR

Carlos tuvo una entrega total hacia el rugby, un amor incondicional para nuestro deporte y todo lo hacía con una gran pasión y de una manera desinteresada. Siempre buscó especializarse en el juego. Fue reconocido a nivel nacional y el gran referente de toda una época. Seguramente recibirá el homenaje que se merece del club y de la Unión, por todo lo que hizo por el bien de nuestro rugby, con un perfil bajo y con una entrega pocas veces vista hacia Natación y Gimnasia y hacia todos los clubes. Siempre fue una gran persona. En el último tiempo, a pesar de no tener una función activa, siempre se preocupaba y estaba al tanto de las novedades del juego. Fue mi entrenador y después compartimos muchos años como dirigentes en la Unión. Los grandes de nuestra generación lo teníamos muy en cuenta. Muchos en el club le decíamos el Padre Serna.


* Fuente: La Gaceta

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