La influencia de la práctica del rugby en el desarrollo infantil
viernes, 10 de julio de 2009
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Uno de los intereses de la Psicología del Deporte es la influencia que tiene la práctica de deportes en el desarrollo integral de los niños. El rugby, como deporte de equipo y que se puede practicar desde una edad muy temprana, tiene características particulares que merecen ser analizadas con detenimiento.
La proliferación de conductas cada vez más violentas no escapa al mundo de los niños, quienes se encuentran cada vez más inmersos en la violencia general de la sociedad toda; el fomento del correcto desarrollo psicológico a través de la práctica del deporte debe incluirse como una forma alternativa de su prevención. En ese sentido, en nuestro país, la práctica amateur del rugby implica no sólo el desarrollo de una serie de habilidades físicas necesarias para jugarlo, sino también la incorporación de valores indispensables para la vida en sociedad. En “Balbuceos en el rugby”, libro escrito por el árbitro Pelusa Pichot, podemos leer las palabras del actual capital de la selección nacional, Felipe Contepomi: “En primer lugar, es un deporte que inculca muchos valores no escritos en el reglamento y que si uno los incorpora, sirven para cualquier ocasión que nos presente la vida. Entre ellos está el RESPETO, el SACRIFICIO, el COMPAÑERISMO, la LEALTAD, la HONESTIDAD y la NOBLEZA (…) Por ahí la razón más importante por la que impulsaría a alguien a jugar es por lo que te deja este deporte y eso es LA AMISTAD. Y cuando hablo de amistad, me refiero a la gente que uno conoce y los amigos que uno hace por el sólo hecho de jugar al rugby. Esa amistad trasciende los colores de la camiseta que uno defiende, trasciende las edades, trasciende las nacionalidades, trasciende las barreras culturales, y son amistades que perduran por siempre”.
Una buena experiencia deportiva de niño puede tener efectos trascendentes en el adulto, en su personalidad, en su rendimiento general, en su autoestima, en su vida familiar y social y en su desarrollo psicológico todo. Sin embargo, no es la mera participación en un equipo o la sola práctica de un deporte lo que producirá estos resultados; hará falta la organización y supervisión de adultos responsables y con los conocimientos necesarios para poder transformar la experiencia deportiva en un hecho significativo y positivo. Por eso es necesario que el entrenador comprenda los principales aspectos de la psicología de la infancia y de la adolescencia para llevar adelante un trabajo integral.
Una de las principales razones por las cuales los niños y los jóvenes practican deportes es por pura diversión. Y esto debe ser tenido en cuenta por entrenadores, pero también por los padres. Un niño debe divertirse practicando deportes; cuando la diversión deja lugar a otro tipo de cuestiones que están más relacionadas con los sueños de los padres que con los sueños de los hijos, entramos en un terreno complicado. El deporte en niños no debe perder nunca su condición fundamental de ser un juego. El niño que no disfruta practicando un deporte no debe ser obligado a practicarlo.
Pero, pese a ser una actividad eminentemente lúdica en los niños, el deporte es una poderosa herramienta para fomentar la socialización. Vamos a mencionar algunas de las características más importantes que presenta la práctica de deportes en general para los niños, pero del rugby en particular, respecto a la socialización:
Aceptación de las reglas del juego: el rugby no es sólo un juego que se practica ajustándose a las leyes, sino que también se juega dentro del espíritu de sus leyes. El niño que lo practica debe ir incorporando y aceptando estas leyes, pero además debe obedecerlas, respetarlas y hacerlas obedecer a quienes juegan con él. Es mediante la disciplina, el control y el respeto mutuo que se forja una fraternidad y el sentido de juego limpio que predomina en la práctica de este deporte.
Aceptación de los roles e intercambio de los mismos: los niños van probando las distintas posiciones que pueden tener dentro del campo de juego, incorporando conocimientos específicos de cada una, experimentando sus aptitudes y evaluando en qué posición encuentran su mejor posibilidad de juego.
Respeto por la autoridad: el papel del referee es muy claro dentro de una cancha de rugby; sus decisiones no se discuten y el único que puede hablar con él es el capitán del equipo. La claridad de estas normas son fundamentales a la hora de incorporar a los niños a un sistema social donde deben respetarse las leyes, donde las leyes deben ser claras y donde la autoridad debe aplicar las leyes con buena fe.
Aceptación de la diversidad: el rugby es un juego para todos, donde pueden participar altos y bajos, delgados y robustos; es un juego para todas las formas y tamaños. Cada posición, sin embargo, requiere atributos físicos y técnicos distintos, y es esta diversidad la que permite que el niño aprecie el aspecto físico de cada compañero de una forma distinta y no meramente estética.
Fomento del compañerismo: el rugby es un juego en el que el objetivo es trasladar la pelota más allá de la línea del in gol de los oponentes para apoyarla en el suelo y poder marcar puntos… parece simple, pero no lo es tanto. Para avanzar la pelota se puede jugar con las manos, pero pasándola hacia atrás; se puede patear hacia adelante, pero para ello los compañeros del equipo pateador deben estar detrás de la pelota en el momento en que la pelota es pateada… y así podemos seguir. Todas estas características complejas del rugby crean la necesidad de hacer un buen trabajo en equipo y de tener una gran disciplina, ya que no es un juego individual, sino fundamentalmente de equipo. Los compañeros deben apoyar al que porta la ovalada para que este pueda pasarla… esto hace que deba fomentarse la posibilidad de la internalización de la imagen del compañero (tema sobre el cual dedicaremos una nota especial más adelante), todas situaciones que sólo son posibles cuando se facilita el compañerismo, el conocimiento y el espíritu de equipo.
Respeto por el circunstancial adversario: en general, en rugby se considera que un equipo juega “con” otro en la cancha, y no “contra” otro… el partido no se podría jugar de no existir otro equipo. Si bien esto se da en otros deportes, la práctica del tercer tiempo, favorecen el juego limpio y facilitan el conocimiento de otros niños con quienes trabar amistad.
Estas son sólo algunas de las características más destacadas a la hora de pensar la influencia positiva que puede ejercer la práctica del rugby en el desarrollo psicológico infantil.
Lic. Inés Tornabene
Psicóloga
* Gentileza: www.psicorugby.com
La proliferación de conductas cada vez más violentas no escapa al mundo de los niños, quienes se encuentran cada vez más inmersos en la violencia general de la sociedad toda; el fomento del correcto desarrollo psicológico a través de la práctica del deporte debe incluirse como una forma alternativa de su prevención. En ese sentido, en nuestro país, la práctica amateur del rugby implica no sólo el desarrollo de una serie de habilidades físicas necesarias para jugarlo, sino también la incorporación de valores indispensables para la vida en sociedad. En “Balbuceos en el rugby”, libro escrito por el árbitro Pelusa Pichot, podemos leer las palabras del actual capital de la selección nacional, Felipe Contepomi: “En primer lugar, es un deporte que inculca muchos valores no escritos en el reglamento y que si uno los incorpora, sirven para cualquier ocasión que nos presente la vida. Entre ellos está el RESPETO, el SACRIFICIO, el COMPAÑERISMO, la LEALTAD, la HONESTIDAD y la NOBLEZA (…) Por ahí la razón más importante por la que impulsaría a alguien a jugar es por lo que te deja este deporte y eso es LA AMISTAD. Y cuando hablo de amistad, me refiero a la gente que uno conoce y los amigos que uno hace por el sólo hecho de jugar al rugby. Esa amistad trasciende los colores de la camiseta que uno defiende, trasciende las edades, trasciende las nacionalidades, trasciende las barreras culturales, y son amistades que perduran por siempre”.
Una buena experiencia deportiva de niño puede tener efectos trascendentes en el adulto, en su personalidad, en su rendimiento general, en su autoestima, en su vida familiar y social y en su desarrollo psicológico todo. Sin embargo, no es la mera participación en un equipo o la sola práctica de un deporte lo que producirá estos resultados; hará falta la organización y supervisión de adultos responsables y con los conocimientos necesarios para poder transformar la experiencia deportiva en un hecho significativo y positivo. Por eso es necesario que el entrenador comprenda los principales aspectos de la psicología de la infancia y de la adolescencia para llevar adelante un trabajo integral.
Una de las principales razones por las cuales los niños y los jóvenes practican deportes es por pura diversión. Y esto debe ser tenido en cuenta por entrenadores, pero también por los padres. Un niño debe divertirse practicando deportes; cuando la diversión deja lugar a otro tipo de cuestiones que están más relacionadas con los sueños de los padres que con los sueños de los hijos, entramos en un terreno complicado. El deporte en niños no debe perder nunca su condición fundamental de ser un juego. El niño que no disfruta practicando un deporte no debe ser obligado a practicarlo.
Pero, pese a ser una actividad eminentemente lúdica en los niños, el deporte es una poderosa herramienta para fomentar la socialización. Vamos a mencionar algunas de las características más importantes que presenta la práctica de deportes en general para los niños, pero del rugby en particular, respecto a la socialización:
Aceptación de las reglas del juego: el rugby no es sólo un juego que se practica ajustándose a las leyes, sino que también se juega dentro del espíritu de sus leyes. El niño que lo practica debe ir incorporando y aceptando estas leyes, pero además debe obedecerlas, respetarlas y hacerlas obedecer a quienes juegan con él. Es mediante la disciplina, el control y el respeto mutuo que se forja una fraternidad y el sentido de juego limpio que predomina en la práctica de este deporte.
Aceptación de los roles e intercambio de los mismos: los niños van probando las distintas posiciones que pueden tener dentro del campo de juego, incorporando conocimientos específicos de cada una, experimentando sus aptitudes y evaluando en qué posición encuentran su mejor posibilidad de juego.
Respeto por la autoridad: el papel del referee es muy claro dentro de una cancha de rugby; sus decisiones no se discuten y el único que puede hablar con él es el capitán del equipo. La claridad de estas normas son fundamentales a la hora de incorporar a los niños a un sistema social donde deben respetarse las leyes, donde las leyes deben ser claras y donde la autoridad debe aplicar las leyes con buena fe.
Aceptación de la diversidad: el rugby es un juego para todos, donde pueden participar altos y bajos, delgados y robustos; es un juego para todas las formas y tamaños. Cada posición, sin embargo, requiere atributos físicos y técnicos distintos, y es esta diversidad la que permite que el niño aprecie el aspecto físico de cada compañero de una forma distinta y no meramente estética.
Fomento del compañerismo: el rugby es un juego en el que el objetivo es trasladar la pelota más allá de la línea del in gol de los oponentes para apoyarla en el suelo y poder marcar puntos… parece simple, pero no lo es tanto. Para avanzar la pelota se puede jugar con las manos, pero pasándola hacia atrás; se puede patear hacia adelante, pero para ello los compañeros del equipo pateador deben estar detrás de la pelota en el momento en que la pelota es pateada… y así podemos seguir. Todas estas características complejas del rugby crean la necesidad de hacer un buen trabajo en equipo y de tener una gran disciplina, ya que no es un juego individual, sino fundamentalmente de equipo. Los compañeros deben apoyar al que porta la ovalada para que este pueda pasarla… esto hace que deba fomentarse la posibilidad de la internalización de la imagen del compañero (tema sobre el cual dedicaremos una nota especial más adelante), todas situaciones que sólo son posibles cuando se facilita el compañerismo, el conocimiento y el espíritu de equipo.
Respeto por el circunstancial adversario: en general, en rugby se considera que un equipo juega “con” otro en la cancha, y no “contra” otro… el partido no se podría jugar de no existir otro equipo. Si bien esto se da en otros deportes, la práctica del tercer tiempo, favorecen el juego limpio y facilitan el conocimiento de otros niños con quienes trabar amistad.
Estas son sólo algunas de las características más destacadas a la hora de pensar la influencia positiva que puede ejercer la práctica del rugby en el desarrollo psicológico infantil.
Lic. Inés Tornabene
Psicóloga
* Gentileza: www.psicorugby.com
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